Él

Tenía una mirada
tristemente hermosa,
formada por dos grandes ojos
repletos de luz de luna,
en ellos albergaba
una asombrosa melancolía
que le daba
un resplandor especial
a su tan agradable sonrisa.
Para las treinta
primaveras cálidas
y los treinta fríos inviernos
que cargaba sobre su espalda,
seguía siendo un niño
cuando se trataba del amor,
hacia berrinches y pucheros
al ritmo de sus emociones
cuando no se salía con la suya.
Yo me enamoré
primero de su mirada
después de su sonrisa
y en menos de medio minuto
del conjunto de emociones
que formaban su corazón.
Imposible no enamorarse
de un hombre así, como él:
caballeroso, rebelde, romantico,
atrevido, carismático
y más berrinchudo que un bebé
cuando se trata de amar.
Nunca creí
en el famoso hilo rojo
del destino
que une almas gemelas
destinadas a compartir
una con otra
lo maravilloso del amor,
hasta que él vino a mi vida
una tarde de tormentas,
me brindó refugio,
curo mis alas
y me dió el impulso
que me hacía falta
para volar de verdad!
¡Quisiera decirle tantas cosas!:
-Qué amo sus abrazos
pues realmente cargan magia
que inunda corazones
y los hacen revivir.
-Qué me encanta cada cm
de su cuerpo pero
lo que realmente me enloquece
es la clave de su personalidad
que reduce mil palabras
en mi cabeza
a cuatro simples letras
que no hace falta pronunciar
para que todo mi ser
las interprete
y lo ame mucho más;
"AMOR" esa palabra
que yo usaba muchas veces
pero que hasta hace poco
comprendí el significado
cuando...
al sentir su presencia
junto a mí,
miles de hormiguitas
invadían mi corazón
y provocaban al instante
una felicidad inexplicable
en todo mi interior.
Pero no!
No he de decirle nada,
puesto que él
debería saberlo de sobra
cuando le miró a los ojos.
-Anaiz Hernández
No sé cómo expresarme respecto a lo que acabo de leer, pero en pocas palabras, sigue haciendo esto que tanto te gusta ;)
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