Noche eterna.

El reloj marcaba las 10:05 pm, mis latidos no marcaban, no andaban, no existían, mí corazón, tenia dos horas en pausa, no marcabas, no escribías, sentí todos y cada uno de tus besos atorados como nudo en mi garganta me asfixiaban, tus abrazos en forma de viento, atravesaban mi espalda me apuñalaban,me mataban de la manera mas ligera jamás antes vista.
Una luz tenue era mi único testigo esa fue la una de las más largas noches de mi vida juraría que pasaron veinte años y no ocho horas antes que pudiera salir el sol. Una noche casi eterna que hubiera sido perfecta si la hubiera pasado a tu lado, pero no, tú ya sobrevolabas otro horizonte, el sueño había terminado, mis ojos se abrieron antes de poder ahogarme en ese inmenso mar de olvido en dónde había caído, la noche anterior, cuándo en pleno vuelo nos atacó una tormenta destrozando mis alas sin previo aviso y con un fuerte viento impulsando a las tuyas para volar mas alto, mas rápido cegando tus ojos y cada uno de tus sentidos para que no pudieras notarme ausenté y así evitar que pudieras ver como mi alma ya sin fuerzas, se desplomaba en medio de aquella horrible tormenta y evitando que pudieras notar que yo, ya no podía continuar sobrevolando a tu lado.
Hoy el mar me ha arrastrado a la orilla me ha traído a una nueva isla, quizás ese mar quiere que sanen mis heridas y que en un tiempo sea está misma isla quien me impulse a volar de nuevo.
-Anaiz Hernández
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