Ella
Ella era diferente,
era especial,
iba por el mundo
como quien camina
apenas unos centimetros
arriba del suelo,
sonreía,
lloraba,
amaba,
vivia.
Acostumbrada decir
que el amor no existe,
que el amor no existe,
pues su pasado
le habia dejado
bastantes cicatrices
bastantes cicatrices
solía perder su rumbo
constantemente
pero nunca,
el brillo en su mirada.
Caminaba sola,
sola contra el mundo
y eso le hacia
sumamente feliz,
sonreía ante las criticas
y negativas ajenas,
pues estaba segura
iba por el camino correcto,
el camino hacia sus sueños.
Era muy fuerte
tan fuerte
como un guerrero
como un guerrero
en pleno campo de batalla
y ella lo sabía,
pero de igual maneras sabia
que era tan frágil
como un diente de león
en medio de un tornado.
Sin embargó
tenia un defecto,
el ruido,
no soportaba su ruido,
no soportaba saberse lejos
de las personas que amaba,
no soportaba saberse ajena
a ella misma,
en ocasiones las dudas
atormentaban su mente,
se apoderaban de ella
y comian de su alma,
de su ser.
Comenzaba a correr,
se escondia en todos lados,
pero a todos lados
a donde iba
se volvia a encontar
con sus monstruos,
sus fantasmas,
sus ruidos.
De pronto
comenzaba a llover,
caían tormentas torrenciales,
el sol se ocultaba por completo,
ella
aterrada por la tempestad
buscaba desesperadamente
un refugio,
una luz.
Caminaba regreso a casa
en medio de la total obscuridad
y de tan aterradora tormenta
sin importarle si a la mitad,
está acababa con ella
y terminaba por destruirla.
Su casa,
su casa la notaba ausente
las paredes,
el techo
y su familia,
su familia cayaba,
la veía
pero no decia nada
no sabian como actuar,
no sabian porque ella era asi,
porqué era aventurera
de las tormentas,
y fanatica
de las tardes soleadas.
Una flor,
una flor en casa
era su unico tesoro,
era lo más hermoso
que ella tenía
y el solo hecho de contemplarla
hermosa,
tan llena de vida,
le daba un soplo a sus alas
para para evitar
que en su proxima caída
el golpe fuera más fuerte.
La tormenta
incrementaba aún más,
parecía que el cielo se rompia
en mil pedazos
y todos caían sobre la tierra
ella temblaba
y se metia
bajo la cama.
De pronto
la tormenta era tan fuerte
que no le quedaba
más remedio
que ponerse de pie
tomar a sus monstruos
y lanzarlos a la calle,
para poder sentirse a salvo.
Limpiaba sus lagrimas,
y se veia al espejo,
yo obserbaba aquel reflejo,
y lo comprendia todo.
Ella habia vuelto a ganar,
pintaba sus labios,
vestia colores pastel
y colocaba una nueva sonrisa
en su rostro
salía a la puerta
regaba las plantas
y su corazón
se llenaba de felicidad
al ver que la tormenta
no habia dañado a su flor
al menos
no en esta ocasión.
Caminaba,
corria,
a pasos ligeros,
escuchaba el viento soplar,
la risa de los niños
en cada esquina,
el maravilloso cantó
de las aves
y suspiraba
pues la tormenta
habia terminado
y ella seguía firmé
y de pie
en medio de aquél
campo de batalla.
-Anaiz Yadira Hernández
Es una escritura constante, me gusta mucho ;)
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